2.1.09

El árbol de los crucifijos

Si yo fuera un ser viviente,

uno de esos habitantes

del oxígeno y la piel,

enfermos del misterio de si mismos,

latiendo en los espacios

como bocas,

suspendidas

en colapsos de neón y fuselajes.

Si yo fuera uno de ellos,

una lengua de marea

para lamer las ciudades del lenguaje,

un pequeño peregrino cargado de advertencias,

con palabras de huesos quebradizos

y bandadas repartidas como cartas,

incluso lascerado, borracho moribundo

reunido en la garganta

con la escultura simple del aullido,

incluso yo, al borde de este padre

y de este hijo

animal de todos los relojes,

de todos los bordes,

de todo este abismo pulido y conocido

y puesto al margen,

ostentaría mi carne, encendería

los infinitos ángulos

de todas las sonrisas

de mi cara.





)O(

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