Mi mentón era la proa de una cruz
y yo me arrastraba como un pez
por las colinas lentas.
La osteoporosis de la luna
allá arriba en cada charco,
enfermando el aire con cenizas,
al son de los tentáculos lustrosos.
Escritura de larva, una carta de amor
a mis manos perdidas.
De todo el tango, salones bajo el agua
con culebras enroscadas en los brazos,
y hundido el esternón en brujerías.
Calamidades para aquella fé pequeña,
de rezar con la boca del estómago
doblado entre la náusea y la esperanza.
Las cosas buenas derrumbadas al azar:
un abrojal,
incendio rojo,
sin el día y sin la noche,
ya no me reconozco.
Mi mentón era la proa de una cruz,
oía espantapájaros llorando con mi voz.
)O(
y yo me arrastraba como un pez
por las colinas lentas.
La osteoporosis de la luna
allá arriba en cada charco,
enfermando el aire con cenizas,
al son de los tentáculos lustrosos.
Escritura de larva, una carta de amor
a mis manos perdidas.
De todo el tango, salones bajo el agua
con culebras enroscadas en los brazos,
y hundido el esternón en brujerías.
Calamidades para aquella fé pequeña,
de rezar con la boca del estómago
doblado entre la náusea y la esperanza.
Las cosas buenas derrumbadas al azar:
un abrojal,
incendio rojo,
sin el día y sin la noche,
ya no me reconozco.
Mi mentón era la proa de una cruz,
oía espantapájaros llorando con mi voz.
)O(
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