4.1.08

La intimidad de los incendios

Huir lo más despacio que se pueda
entre escenarios y telones
las bambalinas polvorientas como encajes
y más allá el alfabeto de las llamas.
No tiene nombre un caligrama rojo
animal sin ojos enredado en la madera
y aquel sonido, su garganta, un grito,
como si un sueño mordido desde afuera
se muriera.
Escapar lo más ajeno al cuerpo
que se pueda
en la intimidad de los incendios
arrebatarle los dientes a la bestia
y cobrar el movimiento de algo vivo,
no ser la muchedumbre plástica y estéril
una ofrenda pasiva amontonada
en un pasillo cerrado con candado.
Escabullirse sin color
como cadáveres de amantes olvidados
en las butacas grises de la noche.
Soñar la salvación en paréntesis ilusas
abrir los pulmones como bocas desdentadas
clamar el cuerpo las banderas de los brazos,
clamar las aguas, los arroyos, las mareas.
La intimidad de los infiernos
tiene verdugos sordos y aceitados,
que arrasan en guerra las lágrimas de cuajo,
y que hacen de ésta brasa un limbo,
y que hacen de éste brasa
muchedumbres de azufre y esperanza.

No hay comentarios.: