Los tranvías de la Atlántida flotaron boca arriba
con sus blancas barrigas de ballena,
y esa imagen fue una prueba irrefutable
de los altos tribunales de la muerte.
Venerado, el aleteo soberbio
de un faro solitario
dibujó vaivenes, ciudades demenciales
y escupió las esquirlas de la noche
en la ferocidad lineal de la intemperie.
Y las bestias aladas se fugaron hacia el Sur
renunciaron a todo para articular el nombre
de sus hijos.
Donde los Reyes de pupilas sumergidas
trazaron vastísimos senderos
hasta encontrar Pangea,
Nosotros, las criaturas del aire, obtuvimos corazón.
Matriz de todos los mares,
la raíz del tiempo es perdurar
el Dios de los hombres ha caído
descenderá hacia ti como un coágulo expectante
y en su caer arrastrará sus manicomios,
implorará clemencia y el poder de la confusión
ante tus fauces
su colección de almas será como un enjambre.
Desde las entrañas ancianas
Lo inconcebible será alimentado
ceremoniosamente.
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