9.1.09

Misericordia

No había rencor en las palabras

que encerré bajo llave en una caja

y que hoy he liberado por error,

no decían: "avispas" o "tristeza" o "cementerios",

decían: limoneros de alas blancas,

y muelles anclados a los pies del río

como si durmieramos de pie

en páramos verdes varados en la infancia

sin dicordancia entre amor y salvajismo

donde casi era la mismo

el robo de besos que el robo de naranjas.



Yo era un buen amigo de mis alrededores

llevaba el apodo que las cosas me habían dado,

y no me ofendía ni el frío ni la noche

adonde fueran mis pies allí estaba mi casa,

en las lloviznas altas o en las viejas casuarinas

me arrojaba desde el sótano del cielo

en vuelo de trémolo y relámpago y cometa,

rodaba por las tejas cocinadas por sol

como un psicopompo demente y afiebrado.



A veces, venía sola la tarde cristalina,

aquella bruja anciana de relojes y bostezos

se peinaba asomada a los aljibes

y sus cabellos eran sauces somnolientos.



Yo dibujaba en la cocina de la abuela

monstruos y garabatos y naves fabulosas,

ellos eran mis guardianes al silencio de la siesta

que velaban por mis armas de hilo y de madera.



Palabras liberadas por error,

un enjambre como un solo de trompeta,

personajes y paisajes mezclados sin sentido,

y que encima, se lanzaron a buscarme,

porque no entendieron,

o no me prestaron atención,

cuando les grité que era yo mismo,

y que aquel niño

solo habitaba en un poema.



)O(

1 comentario:

Salazar Craft dijo...

Lo que leo me agrada... Un estilo muy particular... a veces desconcertante (quizá eso lo ha hecho más de mi gusto...)
Espero leerlo más seguido por aquí.

PD. El relato del robot y el zombi es grandioso, brutaloide, se me antojaría decirlo...