10.4.06

El yugo del Horror Maravilloso



Da lo mismo perderse en las alfombras
que en las noches obstinadas,
buscar el verbo con las anclas de las manos,
ese espolòn sangriento que mueva el mecanismo
hacia adelante o hacia afuera.

Caer y amanecer pegado al techo
y que la piel sea una mancha transparente
donde aniden los peces tropicales.
Ser un càntaro quebrado entre las piedras
O un simple domador de dentelladas.

Sobre todo rascarse las heridas,
las afrentas invisibles y el cuero cabelludo,
sabiendo que afuera, en los oìdos
el enemigo cria leones diminutos.

Caer y amanecer con los pàrpados quemados
de tanto sueño y parloteo con el sol,
y los fetos de algodòn flotando en la locura.

A veces soy la casa a la que llego
soy la casa de càscara y madera
donde vienen a morirse los otoños.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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