
Testigo petrificado en los vestigios de la alborada
implora trances a una luna hundida en mares ocres
la danza del viento insufla su lenguaje en cosas invisibles
se vale de hojas secas y de cañas, enormes caracoles
incrustados en las murallas del sol.
Sobre la arena del mundo la sombra
se extiende y parpadea,
mientras la marea despierta a sus criaturas.
Al sur despuntan estrellas,
vuelan pájaros negros en magia,
pensamientos,
naves migratorias del deseo.
Y un cuchillo pronuncia su canto en dirección al silencio.
Mas tarde la lluvia,
la ceniza cayendo,
los idolos de piedra
en las huellas del invierno.
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