31.8.05

Holocausto Light Box


Aquelarre de filet de merluza.
Cuando era chico
me tragaba las espinas del señor,
apenas masticaba
su carne blanca, insípida, sagrada
entre migas de pan y padrenuestros.

Aquelarre de brujas y lechuzas.
Me parece que también
por esos días
mi cabeza soñaba febril
con los mares de azufre, los tormentos
auspiciados por El Dante
"Ese loco marxista visionario".

( Tendría siete u ocho años
y estaba al borde del cadalso
de la primera comunión )

Aquelarre de viejas pesadillas.
Recuerdo a la madre superiora
que tanto nos odiaba,
y a esa otra enorme monja bruta,
inmaculada detrás de sus bigotes,
oliendo como tropas de sumerios
muertos por el sol.

Repetíamos en misa;
"En el nombre del Padre, del ajo
y del espíritu manco,
nos prohiben las blasfemias
y tocarnos ahí abajo".

Una vez se lo dije
a la hermana Catalina,
solo para verla santiguarse
con espanto
apostólico
romano.

Aquelarre de mugre en las rodillas,
terrenos baldíos, barriletes
y guerras de gillettes.
Una tarde invadimos el santuario
como negros demonios vengativos,
con un fuego en la mirada
escupimos, uno a uno en la pila bautismal.
-- Así se renuncia al paraíso --
Nos dijo entonces
la sangrienta cabeza de Jesús,
luego nos guiño el ojo
y suspiró
como si nada.

No hay comentarios.: